A dieta de las dietas


La epidemia de la obesidad y las enfermedades asociadas, la preocupación por la salud –y la imagen corporal– favorecen el afán de los “gurúes” de las dietas de moda de imponer una cierta relación con la comida que se ha convertido en obsesión.

Una obsesión por los alimentos que llevamos a la boca, por lo que es sano y lo que no, por lo que debemos ingerir y desechar de la alacena, por lo que nos hará quemar grasa y bajar de peso, y por lo que nos hará sumar kilos de más, por lo que aumenta o disminuye nuestro riesgo de desarrollar enfermedades.

Pero la realidad es que no existe una dieta mejor que otra, al menos si se hace una comparativa entre populares regímenes alimenticios como la dieta baja en carbohidratos, la que es baja en grasas, la mediterránea, la paleolítica, la dieta de bajo índice glicémico, la vegana, entre otras.

A esta conclusión llegó el doctor David Katz, Director del Centro de Investigación Preventiva de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, luego de comparar, en colaboración con su colega Stephanie Meller, la evidencia científica a favor y en contra de las dietas populares, con el objetivo de responder a la pregunta “¿podemos saber qué dieta es la mejor para la salud?”

Porque, como señalan los autores en el análisis publicado en marzo de este año en Annual Reviews, “en el contexto de obesidad hiperendémica y la diabetes epidémica” en el que estamos “y dado el mercado enormemente lucrativo para la pérdida de peso y las dietas de promoción de la salud, abundan las afirmaciones respecto a la superioridad definitiva de una dieta sobre los demás”.

Los investigadores aseguran que, dada la ausencia de estudios rigurosos de largo plazo que comparen los beneficios para la salud de las dietas que gozan de una “considerable atención en los medios y en la cultura popular”, dichas afirmaciones son “exageradas”. Y la única respuesta del discurso que hacen los defensores de las dietas de moda que compiten entre sí, de aquellos que buscan “una ventaja comercial” es la “confusión y la duda perpetua”.

Los expertos también aluden al cúmulo de afirmaciones respecto a ventajas específicas de prácticas dietéticas y tendencias como el juicing y el ayuno intermitente, que “no constituyen un patrón de dieta completa. Otras, tales como comer alimentos crudos (el llamado “raw food”) o la restricción calórica pueden ser un patrón de dieta completa, pero tienen una aplicación limitada a nivel de población…”.

Concluyen que una dieta compuesta de alimentos mínimamente procesados, que sean lo más naturales posible, especialmente plantas, “está definitivamente asociada a la promoción de salud y a la prevención de enfermedades…”. Y que “(…) la orientación que pone un énfasis exagerado en cualquier nutriente es poco sensata”.

Y es que el mismo patrón de dieta básica ejerce influencias favorables en un amplio espectro de condiciones de salud.

“Las ideas de que la combinación de alimentos o de nutrientes es más importante para la prevención y el manejo de la diabetes, mientras que otra es más importante para la enfermedad cardiovascular nunca hizo sentido y es poco práctica: dado a que las personas con diabetes corren más riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, ¿cuál deberían de elegir?”.

Vivir ‘sin comer’

Más allá de las dietas a base de líquidos ha llegado una propuesta que destaca por olvidarse por completo de comer, y en su lugar beber una sustancia con los nutrientes que el cuerpo necesita.

Su creador es un joven ingeniero de software de Atlanta llamado Rob Rhinehart. Cuyo proyecto se trata de una bebida espesa, color amarillenta e inodora llamada “Soylent”, elaborada con “(…) todas las sustancias que el cuerpo necesita para sobrevivir, además de algunos (elementos) extra que se han demostrado ser beneficiosos”, como antioxidantes y prebióticos, señala su sitio Web oficial.

La bebida está compuesta de vitaminas, minerales, aminoácidos, hidratos de carbono y grasas (aceite de oliva y de pescado), la materia prima de los alimentos que consumimos. “Necesitas aminoácidos y lípidos, no leche. Necesitas carbohidratos, no pan”, dijo Rob a The New Yorker.

La idea de Rhinehart surgió luego de que se fastidiara de tener que preocuparse por decidir qué comer, de tener que ir al supermercado y gastar tiempo –y dinero de más– en la búsqueda de alimentos.

“Estaba realmente cansado de comer mal y me preguntaba por qué tenía que ser tan difícil obtener comida saludable”, comentó en Fox News.

Sin embargo, la bebida “Soylent” ha sido objeto de crítica por expertos, no solo por el monótono acto de beber y beber el mismo líquido todos los días sin experimentar la sensación de saborear y masticar un alimento, sino porque en realidad no existe evidencia científica de los beneficios para la salud de hacer uso del producto a largo plazo.

Y como dijo al diario The Telegraph Noel Cameron, quien es profesor de biología humana de la Escuela de Deporte, Ejercicio y Ciencias de la Salud de la Universidad de Loughborough: “(…) la parte del proceso de masticar y masticar los alimentos libera hormonas que controlan tu apetito. Y si no estás haciendo eso no estás controlando tu apetito de manera apropiada. El control del apetito es esencial para controlar cosas como la obesidad y la anorexia”.

Fuente: Eugenia Rodriguez (ReporteIndigo)

Alejarse de las dietas milagro y entender que la única vía es la comida equilibrada.

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